Cuando hablamos de Cambio, lo primero que debemos tener en consideración es que los seres humanos, a pesar de que vivimos cambios de forma permanente, somos naturalmente reacios a los cambios.
Nos gusta funcionar en piloto automático, el status quo nos genera una sensación de seguridad, es nuestra (mal llamada) zona de confort o de comodidad… porque fuera de ella es donde realmente crecemos y progresamos.
A la hora de cambiar encontramos dos formas habituales de cambio:
Cambio Reactivo: Es el que se produce de afuera hacia adentro. Se produce cuando circunstancias ajenas a mi influencia ejercen una presión sobre mi. Es entonces cuando me veo obligado a reaccionar, a responder a esa situación.
Cambio Proactivo: Es el que se da desde adentro hacia afuera. Decido, elijo y actúo alineado con mis intereses y objetivos. Este cambio proactivo tiene también un componente Creativo, ya que genero nuevas circunstancias y posibilidades.
Pero, ¿qué es lo que nos lleva a cambiar?
Aquí también podemos indicar dos “fuerzas” que nos impulsan a salir del lugar donde nos encontramos “atascados”:
Una, es por el alto nivel de insatisfacción o incomodidad con la situación actual. Cuando estamos sufriendo y sentimos que la cosa “así no va más”, que realmente nos molesta y nos duele, es cuando sabemos que tenemos que cambiar. La valoración que hacemos por los resultados que obtenemos, no es nada positiva.
Por otro lado, el motivo que nos “moviliza” es porque percibimos, intuimos o sabemos los beneficios y ventajas que vamos a lograr con el cambio. Porque el cambio “cuesta”, sobre todo inicialmente, e implica romper una inercia y hábitos de lo que hacíamos hasta ahora. Y eso requiere un nivel de energía y de convicción muy importantes. Y en su desarrollo van a llegar momentos complicados, difíciles, que tenemos que saber anticiparlos para elegir cuál va a ser la mejor respuesta, de manera coherente y consistente con lo que queremos conseguir. Porque cuando tenemos un para qué, siempre encontramos el cómo.
“Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”.
Marcel Proust
El cambio nos transforma, nos hace crecer, nos hace descubrir nuevas capacidades que no sabíamos que teníamos, nos hace adquirir nuevos conocimientos y desarrollar nuevas competencias que antes no teníamos, por lo que de todo proceso de cambio, que insisto, son duros y difíciles. Pero, con la actitud adecuada y el compromiso con nosotros mismos, junto con el propósito de lograr ser nuestra mejor versión, sabemos que lo vamos a conseguir, que nos va a transformar y vamos a evolucionar inevitablemente convirtiéndonos en mejores seres humanos y más completos.
¿Y si hablamos a nivel País?
La pregunta que nos tenemos que hacer es ¿cambiamos de País o cambiamos el País?. Lo primero es lo más fácil (aparentemente), lo segundo es lo verdaderamente valioso, importante y desafiante.
Por supuesto, un país (sistema) está compuesto por personas, con lo cual para generar cambios y evolución en el “todo”, debemos lograr cambios y evolución en las “partes”.
Y ojo, esto implica también no tanto en enfocarse en “qué país vas a dejar a tus hijos”, sino “qué hijos vas a dejar a tu país” (ése es tu verdadero legado, el ser modelo y ejemplo de responsabilidad, no de huida, ni esconderse, y menos de quejarse).
“No hay países pobres ni países ricos, no hay organizaciones pobres ni organizaciones ricas, hay países y organizaciones mal gerenciados y bien gerenciados; y lo son porque planificaron y desarrollaron malas estrategias o buenas estrategias”.
Peter Drucker
Considero que a este “gurú” del Management, no le podemos objetar nada (ha resultado siempre muy preciso y acertado en sus planteamientos), y menos desde una mirada actual de la Argentina, país objetivamente muy muy rico en recursos, pero objetiva y subjetivamente muy mal gerenciado (al menos hasta la fecha).
Y es que si hablamos de gerenciamiento, podemos extraer algunas de las buenas prácticas de gestión del cambio a nivel organizacional (otro sistema complejo!).
Una organización eficaz no puede considerarse como una solución estable que es posible alcanzar, sino como un proceso de desarrollo continuo que le permite seguir funcionando (y es que el mundo y el mercado siguen girando!!).
El cambio permanente exige flexibilidad, innovación y capacidad de respuesta, lo que obliga a las organizaciones (entes humanos) a flexibilizar su estructura, así como los elementos que la componen, con su forma de comunicarse y vincularse.
Si queremos iniciar y propiciar un cambio positivo, debemos tener en consideración 5 pasos previos que harán diferencia:
1.- Saber dónde estamos parados. ¿Cómo están las cosas realmente en la actualidad al respecto del cambio deseado en cuestión?: Definir la situación, esto es, nuestro diagnóstico actual (consecuencia de todo lo que hemos hecho, y lo que no hemos hecho hasta ahora).
2.- Determinar adónde queremos llegar. ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué queremos lograr concretamente?: Fijar el/los Objetivo/s y Metas a conseguir, y transmitirlos de manera clara, para generar una visión conjunta, compartida e ilusionante.
3.- Conocer a los participantes… las personas que conforman nuestra organización. ¿Quiénes son los miembros necesarios y fundamentales del equipo –predispuestos o no- para llevarlo adelante?. Se trata de convocar a los actores y agentes a ser parte.
4.- Reconocer lo favorable a nivel interno. ¿Con qué o con quiénes podemos contar desde el inicio? ¿Quiénes son nuestros principales apoyos y aliados en el cambio? Queremos identificar los facilitadores y promotores que nos van a ayudar activamente.
5.- Prever las dificultades y barreras que pueden surgir. ¿Qué o quiénes podrían interponerse en el camino del cambio? ¿cuáles son sus motivos? Identificamos así los obstáculos para poder superarlos, resolviendo las necesidades de fondo.
“Aunque el reto sea organizacional, el verdadero cambio ocurre siempre a nivel individual”
Lee Hecht Harrison
El cambio tiene que ser integral, es decir, no puede aislarse ciertos elementos del organismo. Es el enfoque sistémico del que hablábamos en otro post. Lo bueno, es que el “organismo realmente sano”, acaba expulsando naturalmente a las “infecciones” que pretenden contaminarlo. Pero para ello debe estar sano y fuerte.
Impulsar un proceso de cambio organizacional (y más aún a nivel nacional) es siempre una tarea compleja. Lo más importante es haber elegido voluntariamente un cambio que merezca la pena, que todo el esfuerzo a realizar, y camino que vamos a recorrer tengan un sentido (dirección) y un significado (propósito superior) que nos guíen en todo momento con determinación hacia los objetivos fijados de desarrollo y mejora.
Hay que ser conscientes que el proceso de cambio es caótico, pero si tenemos paciencia y persistimos daremos ese salto cualitativo que ansiamos.
Los cambios duraderos solo se producen cuando cambiamos a un nivel emocional, no a un nivel lógico.
Robin Sharma
Existen tres grandes escuelas de gestión del cambio que se basan en ejes diferentes:
1. La primera pone el acento en el liderazgo, en el “Mesías” que tiene que guiar al pueblo que, en líneas generales, no suele ser muy proclive al cambio. Es esa figura de el líder-salvador capaz que tiene que realizar una serie de cambios para transformar la organización/sociedad.
2. La segunda pone el acento en la iniciativa de las personas, que no esperan que haya un líder que les diga qué hay que hacer. Cada persona puede ser parte activa del cambio y desarrollar toda su iniciativa en su entorno directo y al mismo tiempo pensar en el todo. Hace hincapié en la inteligencia colectiva y en las decisiones tomadas en grupo por individuos responsables y protagonistas, que promueven el consenso.
3. La última es más introspectiva y toma como base que una organización (o sociedad) no logrará cambiar nunca si no cambian las personas que la conforman. Una organización no existe por sí sola, sino que son los colaboradores quienes la construyen y le dan su esencia. Un país, una organización o cualquier otra institución es incapaz de cambiar si no lo hacen sus miembros, empezando por el propio líder. Para cambiar el conjunto primero hay que cambiar las pequeñas piezas del engranaje.
Al final lo que tenemos es una combinación de las tres escuelas, el 3 en 1, nuestra propia “trinidad”. Y que seguimos necesitando líderes que nos guíen e impulsen, también nos dirigimos hacia un liderazgo cada vez más colectivo desde la iniciativa y responsabilidad individual, y para llegar a ése compromiso y liderazgo individual y colectivo, es importante transformarse primeramente a nivel interno.
“En el momento en el que cambias tu manera de mirar las cosas, las cosas que miras cambian”
Wayne Dyer
Muchas veces, lo que nos frena en este objetivo de evolucionar, son las creencias limitantes que tenemos (y de las que muchas veces no somos conscientes).
Por eso el “miedo” nos susurra desde nuestra “zona de confort” que “más vale malo conocido, que bueno por conocer”. Y es que lo desconocido asusta… hasta que lo conocemos y nos damos cuenta que no era para tanto, y que pudimos hacerlo.
Hay que ser compasivos con nosotros mismos y combativos contra esas creencias que nos anclan a un estado presente que no disfrutamos, ni nos produce felicidad.
Otro de esos pensamientos generalizados que nos “salvaguardan” es el de “que cambie el otro, no cambiar yo”. Y es que tendemos a buscar culpables de la situación fuera, y no hacernos responsables de nuestra realidad. Recordemos que siempre que señalamos a otro, hay tres dedos que nos apuntan a nosotros (+ 3 en 1).
Y es que si nos centramos en las debilidades y defectos de los otros (en vez de en los propios), no vamos a poder hacer mucho por avanzar, y además de ahí nacen actitudes y comportamientos acusatorios, de lamento y de resignación, frente a la responsabilidad individual incondicional que proponemos y necesitamos.
Nuestra Receta:
Pasar de centrarnos en Problemas a enfocarnos en Oportunidades y Soluciones.
Dejar de hablar de Expectativas para empezar a hablar de Objetivos, que me/nos lleven a realizar Acciones Conscientes, Consecuentes y Responsables.
Dejar la condición de Víctimas, para pasar a la elección de ser Protagonistas
Y para ello vamos a requerir de los 3 pasos para el cambio personal:
Toma de conciencia personal (Despertar)
Desarrollo de la visión personal (Definir)
Toma de iniciativa (Actuar)
Pueden cambiar las personas… y puede cambiar la sociedad
En una organización (y también en un país), el cambio es realmente complejo, y si se hace más simple, es porque las personas quieren cambiar.
Adaptando la famosa frase de Gandhi, “Sé vos el cambio que querés ver en Argentina”
Me despido una vez más “regalándote” una serie de máximas que reflejan lo que es, lo que implica y lo que significa el cambio. 25 sentencias expresadas en diferentes épocas, desde diferentes países, por personas muy diferentes también desde su profesión, perfil e ideología. Espero que nos ayuden para un 2025 mucho mejor, cuyo cambio empieza desde ahora!!.
No podés decir que no te lo conté o que no nos avisaron antes!! Y fijate que nos han dejado unas cuantas pistas:
“La mayor revolución de nuestra generación ha sido el descubrimiento de que los seres humanos, al cambiar la actitud interior de su mente, pueden cambiar el aspecto exterior de su vida”.
William James
“En el cambio está la evolución”
Chambao
"Cualquier cambio, incluso un cambio para mejor, siempre esta acompañado de inconvenientes e incomodidades."
Arnold Bennett
"A veces si quieres ver que las cosas cambian para mejor, tienes que hacer las cosas con tus propias manos."
Clint Eastwood
"El cambio no solo es probable, es inevitable."
Barbara Sher
"El mundo odia el cambio y, sin embargo, es la única cosa que trae el progreso."
Charles Kettering
"El cambio es ley de vida. Cualquiera que sólo mire al pasado o al presente, se perderá el futuro."
John Fitzgerald Kennedy
"El mundo que hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento. No puede ser cambiado sin cambiar nuestro pensamiento."
Albert Einstein
"El pensamiento creativo inspira ideas. Las ideas inspiran el cambio."
Barbara Januszkiewicz
"El cambio es inevitable. El cambio es constante."
Benjamin Disraeli
"Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos."
Eduardo Galeano
"El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas."
William Arthur Ward
"Si no te gusta algo, cámbialo. Si no lo puedes cambiar, cambia tu actitud."
Maya Angelou
"Nunca creas que unas pocas personas que se preocupan no pueden cambiar el mundo. Porque, de hecho, esas son las que siempre lo han cambiado."
Margaret Mead
"El universo es cambio; nuestra vida es lo que nuestros pensamientos hacen de ella."
Marco Aurelio
"La gente más infeliz es la que teme el cambio."
Mignon McLaughlin
"Nuestro dilema es que odiamos el cambio y lo amamos al mismo tiempo; lo que realmente queremos es que las cosas permanezcan igual pero mejoren."
Sydney J. Harris
"Yo sola no puedo cambiar el mundo, pero puedo tirar una piedra al agua para crear muchas ondas."
Madre Teresa de Calcuta
"El mundo cambia en proporción directa al número de gente dispuesta a ser honesta con sus vidas."
Armistead Maupin
"El cambio no causa dolor. Es la resistencia al cambio el que lo causa."
Autor desconocido
"Debes tomar responsabilidad personal. No puedes cambiar las circunstancias, las estaciones o el viento, pero puedes cambiarte a ti mismo. Es algo de lo que estas a cargo."
Jim Rohn
"El progreso es imposible sin cambio, y aquellos que no pueden cambiar sus mentes no pueden cambiar nada."
George Bernard Shaw
"Las cosas no cambian; cambiamos nosotros."
Henry David Thoreau
"Para cambiar lo que consigues debes cambiar lo que eres."
Vernon Howard
“Cuando soplan vientos de cambio, algunos construyen muros. Otros, molinos”.
Proverbio Chino
Querid@ amig@ lector/a. Espero de todo corazón que te haya gustado este post, y ojalá que aunque sea en un cierto punto, te haya movilizado y predispuesto favorablemente para el cambio que necesitás hacer, y para ser y dar lo mejor de ti a tu alrededor.
Un fuerte abrazo,
I.C.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!!!