Si atendemos al origen y propósito esencial del término comunicación, el mismo sabemos que proviene del verbo latín communicāre, que significa “compartir, hacer común” y se construye sobre el sustantivo communis, que remite también a común, en alusión a información de carácter e interés público.
Se desprende de esto, por tanto, que comunicar signifique transmitir ideas y pensamientos con el objetivo de ponerlos "en común" con otro u otros.
En ése sentido podríamos decir que comunicar es “hacer comunidad”, y lograr a través de sus intercambios una “común-unidad”.
De hecho, en una gran parte del imaginario social la comunicación está presente como difusión de “información” a través de medios masivos de “comunicación”. Lo cual no sería técnicamente correcto, ya que informar es una parte del proceso real e integral de comunicación.
Y es que más allá de la concepción lineal de “emisor-receptor-mensaje”, la comunicación para ser completa debe incluir otros elementos (canal, código, contexto, y conciencia de “ruidos”) y además deber ser circular, esto es, es un proceso de ida y vuelta que requiere de un feedback o retroalimentación para saber si ha llegado y cómo ha llegado el mensaje, y cómo responde (verbal o no verbalmente) el receptor.
La comunicación humana efectiva por implica por tanto múltiples elementos y habilidades que permiten transmitir y recibir información de manera clara, precisa y constructiva. Y hay que interpretarla como un “continuum”, ya que en cada relación y vínculo que establecemos, vamos co-construyendo una forma de comunicar y una historia de comunicaciones (más o menos efectivas… y también afectivas).
Como ya expusimos en otro post , todo mensaje incluye un contenido racional y también lleva una carga emocional, y ambos impactan en los receptores.
Si queremos ser buenos comunicadores y eficientes en nuestros procesos de comunicación deberíamos incluir los siguientes conceptos clave:
Escucha activa:. Esto es, prestar atención genuina a quien habla, sin interrumpir, eliminando nuestras “conversaciones internas” mientras nos hablan, haciendo preguntas de aclaración y validación, y demostrando a nuestro interlocutor que se comprende el mensaje mediante retroalimentación.
Como ya sabemos, “la naturaleza humana es muy sabia” y por eso dicen que nos han dado dos orejas y una sola boca. Y es que deberíamos escuchar el doble de lo que hablamos!!. Se lo dice uno que también habla mucho!… pero que también ha aprendido a escuchar porque es clave para conocer y descubrir al otro, para comprenderlo en sus intereses y preocupaciones, para acompañarlo y poder ayudarle… y además se puede aprender mucho (de tod@s!!) si escuchamos con detalle e interés.
De hecho, el símbolo chino que representa la palabra escucha, incluye no sólo la escucha con los oídos (capacidad auditiva), sino también con los ojos (mirada y observación a nuestro interlocutor), el corazón (sentir lo que nos dice y cómo nos lo dice) y la presencia (estar físicamente atento y presente con la otra parte).
“Para saber hablar, es preciso saber escuchar”
Plutarco
Empatía: Que no significa simpatía! La empatía es la capacidad de comprender los sentimientos y perspectivas del otro, más allá de sus palabras. Implica hacer el esfuerzo consciente para ponernos en el lugar de nuestro interlocutor.
Supone que entramos en el mundo del otro y vemos las cosas desde su punto de vista, sentimos sus sentimientos y oímos lo que el otro oye, con el objetivo de reconocer y entender las emociones de los demás, sus motivaciones y las razones que explican su comportamiento.
Por supuesto el proceder con empatía no significa estar de acuerdo con el otro. No implica dejar de lado las propias convicciones y asumir como propias la del otro.
Habrán escuchado eso de “ponernos en los zapatos del otro”, o como decía el proverbio árabe “antes de juzgar a una persona, camina tres lunas en sus zapatos”.
Asertividad: Es aquella habilidad personal que nos permite expresar en primera persona, nuestros sentimientos, opiniones y pensamientos, en el momento oportuno, de la forma adecuada y sin negar ni desconsiderar los derechos de los demás.
Frente a los otros tipos de respuesta, como la pasiva (mi opinión o mis derechos valen menos que los de los demás, entonces no digo nada ni hago nada) o la agresiva (beligerante, autoritaria, que humilla o desprecia a los otros tratándolos como inferiores), la persona asertiva elige por ella misma, protege sus propios derechos y respeta los derechos de los otros, consigue sus objetivos sin la necesidad de herir a los demás, expresándose también emocionalmente desde un lugar de autoconfianza.
“La conducta asertiva se funda en el respeto: el respeto a uno mismo, a los demás y al sistema de valores de cada uno.”
Cotler y Guerra
Entendemos por tanto la asertividad como la conducta interpersonal que implica la expresión directa de los propios sentimientos y la defensa de los propios derechos personales, sin negar los derechos de los demás.
Es la fórmula de cómo decido comunicarme con los demás y conseguir lo que quiero sin imponer mi criterio, exponiendo los hechos de forma concreta y lo más objetiva posible, expresando los sentimientos que me provocan, y planteando cuál sería mi deseo y pedido para poder resolver la situación en cuestión.
Las formas, además del fondo, son fundamentales a la hora de mantener una comunicación productiva. Y es que no tiene más razón el que grita más.
Por tanto, si sumamos estos tres elementos, Escucha Activa, Empatía y Asertividad a nuestra ecuación de comunicación (y en ése orden) vamos a tener mucho terreno ganado para lograr una verdadera comunicación productiva, eficiente y satisfactoria. Mencionamos lo de mantener ése orden, ya que como nos decía Stephen Covey “primero trata de entender al otro, después trata que te entiendan a ti”.
Por supuesto, que además de estos elementos que hemos presentado, hay otros más a conocer y cuidar a la hora de comunicarnos eficazmente (claridad del mensaje, lenguaje corporal y paraverbal, retroalimentación o feedback, rapport, …), pero como este texto no pretende ser un “curso” de comunicación, vamos a quedarnos con estos “ingredientes”, básicos y fundamentales, para nuestra “receta” comunicacional.
Y es que como expresa el primer axioma de teoría de la comunicación humana, “es imposible no comunicar”, o lo que es lo mismo, todo comunica (hasta nuestro silencio).
Volviendo al origen de “compartir y hacer común” una buena comunicación nos sirve para lograr una verdadera conexión con l@s otr@s, a generar una mayor comprensión mutua y a prevenir o resolver de forma constructiva los conflictos que podemos tener. Es un pilar fundamental en las relaciones interpersonales y el trabajo en sociedad.
Y si atendemos al funcionamiento de nuestra sociedad actual, los políticos y los medios de comunicación deberían jugar, por su rol, un papel fundamental para fomentar una comunicación humana eficaz en contextos de cambio, de crisis económica, de desigualdades, de diversidad de opiniones y de conflictividad social.
Sin embargo, ¿qué ejemplos observamos en el Parlamento?… ¿y en la Televisión? y hoy por extensión llegan estos mensajes a las Redes Sociales, donde justamente el respeto no es el código imperante a la hora de comunicar. Y estos son, en parte, los medios “formativos” y de “educación” de masas donde esos “modelos” que nos muestran son el espejo en el que se mira la ciudadanía en su mayoría. Y si volvemos a repasar la teoría y buenas prácticas de la comunicación humana productiva, nos encontramos que dista mucho, tanto en el fondo, como sobre todo, en la formas.
Esto es obviamente una generalización de los medios, y por supuesto hay muy buenos periodistas, comunicadores e incluso políticos al servicio de la sociedad que cumplen su función con los más altos estándares y gran profesionalismo, pero no son los principales protagonistas en los medios de (des)información.
La próxima semana haremos “doble click” sobre estos medios, su función e impacto.
Para terminar este post, vuelvo sobre el concepto inicial de la nota “Compartir y Hacer Común”. Y es que ya que compartimos un tiempo y un espacio en el que con-vivimos, ¿por qué no empezar a participar también de un proyecto que sea conjunto, compartido e ilusionante, haciendo comunes unas formas más sanas y productivas de ser, de hacer y de tratarnos, con valores compartidos que nos nucleen?.
Como dice Alejandro Marchesan, y promueve la escuela de Coaching Ontológico en Argentina, “un futuro diferente está a una conversación de distancia”.
Y esto nos toca y nos convoca a tod@s nosotr@s desde nuestro “metro cuadrado”.
Generemos por tanto nuevas conversaciones, para crear nuevas posibilidades, mejores relaciones y más compromisos en pro del respeto y el bien común.
Argentina Te Necesita
Si no sos vos, ¿quién?
Si no es ahora, ¿cuándo?
Si no es aquí, ¿dónde?
I. C.